Huérfano de padre, a los seis años se ganó sus primeras monedas ayudando a las señoras a cargar el mercado que compraban en las plazas, luego fue ayudante de un montallantas donde adquirió conocimientos básicos de mecánica que le sirvieron años más adelante para entender cómo funcionan las cosas de los gobiernos y de la economía.
A los 18 años presta el servicio militar porque en una batida en el barrio la Perseverancia lo cogieron sin papeles y se lo llevaron para el ejército donde estuvo pocos meses pues fue expulsado. La razón de su expulsión fue porque en una ceremonia oficial con presidente a bordo y el cuerpo diplomático, era el encargado de poner el himno nacional, pero debido a una confusión de los discos, puso el himno de la Internacional (himno oficial de los trabajadores del mundo).
Botado del ejército y sin papeles aprendió el oficio de lustrar zapatos y alguna vez lustrando a un famoso periodista radial le contó la anécdota del himno e inmediatamente fue contratado por este periodista para trabajar medio tiempo como lustrabotas en la emisora y el otro medio tiempo como reemplazo ocasional de locutores.
Una mañana, el locutor oficial no fue a la emisora y Heriberto tuvo que reemplazarlo con tan mala suerte que esa mañana, el invitado especial del programa era uno de los generales que vivió el bochornoso episodio del himno. Al enterarse quien era el locutor de la emisora, este militar exige que Heriberto no hable más por la emisora, y nunca más se escuchó su voz por la radio.
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