Vive intensamente, con alegría y un gran espíritu crítico.
Vive su vida como un compromiso con la sociedad, en la lucha por la verdad y contra la injusticia, contra lo inaceptable, y todo esto lo hace de forma positiva, con una entrega total que inspira y moviliza a la gente.
Es un niño alegre, gracioso, curioso, travieso y brillante.
Crece en una familia donde el servicio a los demás, las ideas liberales, opinar y estar informado, y la conversación sobre ideas hacen parte de la vida cotidiana.
Es un estudiante con carisma, divertido y muy inteligente que cuestiona a sus maestros y a sus compañeros.
Se hace maestro de escuela en la Normal de la Paz y esto marca su vida: entra en contacto con los niños de las escuelas públicas de Bogotá, con el poder de la educación y con el mundo de la pobreza y la injusticia, y siente la necesidad de contribuir a un cambio profundo en la organización de la sociedad. También conoce compañeros maestros que tienen los mismos ideales.
Tiene interés en las ciencias y estudia física en la Universidad Pedagógica y mecánica de aviación en Barranquilla, para finalmente decidirse por el Derecho en la Universidad Nacional.
En su búsqueda por la participación en política y el servicio público hace parte de la campaña de Andrés Pastrana por la Alcaldía de Bogotá y es nombrado y ejerce como Alcalde de Sumapaz.
Gracias a su extraordinario talento como imitador y a la inteligencia de su humor es invitado a participar en el proyecto de Paula Arenas en la TV. Hace Zoociedad y luego Quak “el noticero” y se convierte en el inolvidable creador de más de 22 personajes, de los verdaderos personajes de nuestra historia contemporánea.
En sus personajes expresa la voz de los que no tienen voz, de los excluidos. Jaime revindica la existencia de la mayoría de la gente, el habla de la Colombia de la gente, de la gente del común que es la hace y vive este país.
Hace del humor la más poderosa herramienta pedagógica para difundir sus ideales. Jaime cree que el humor es lo más serio de la comunicación humana.
Denuncia en la televisión nacional la mentira social, económica y política de nuestro país y la desenmascara en su trabajo como periodista de opinión y a través de sus personajes.
Desnuda la desigualdad, la injusticia y la corrupción que se nos presentan en esa misma televisión ataviadas como virtudes y valores. Para Jaime esa desigualdad, injusticia y corrupción son las que nos han conducido a la pobreza material, a la indigencia espiritual y a la incultura de la muerte violenta como instrumentos de gestión pública y de relación privada.
Señala con su lenguaje dramático la falsedad de una política que no es un servicio público, sino un atropello de los derechos humanos de más de 40 millones de personas. Y su asesinato es la prueba de que tenía la razón y de que decía la verdad.
Nos enseña que tenemos que mirar los problemas del país con mucho humor para evitar que Colombia termine de descarrilarse. Nos enseña que no podemos tomar en serio instituciones y dirigentes que no nos toman en serio a nosotros y, por lo mismo, tampoco se toman en serio a ellos mismos.
Nos enseña que la verdad brota de la boca del pueblo y si Jaime no la hubiera llevado a la televisión nacional, esa verdad nunca hubiera salido a la superficie, o hubiera sobreaguado mutilada, y desfigurada.
Participa, en el gobierno de Gaviria, del proceso de reforma constitucional de 1991 y ayuda a difundir la nueva constitución en lenguas indígenas, en braile, en leguaje sencillo para los estudiantes y en muchas otras formas.
Ayuda, por petición del entonces embajador de EE.UU. Miles Frechete, como gestor humanitario para conseguir la liberación de 5 estadounidenses, observadores de pájaros, secuestrados por las FARC en la vía que comunica a Bogotá con Villavicencio. Este hecho hace que muchas familias de personas secuestradas le pidieran ayuda a Jaime, que inició esta labor bajo un contrato con la gobernación de Cundinamarca y bajo la supervisión de la oficina anti-secuestro de la presidencia de República. La inteligencia del ejército inicia una campaña de desprestigio e intenta judicializarlo con testigos falsos que se niegan a declarar contra Jaime. Desde entonces, son muchas las campañas de desprestigio que se han montado, a través de medios de comunicación, con la intención de justificar el crimen ante la sociedad colombiana. Entre ellas, la de que se enriquecía con los secuestros, acusación que fue exhaustivamente investigada y donde no se encuentra absolutamente ningún indicio que la validara.
En su compromiso por la paz, es nombrado por el gobierno como parte de la Comisión para facilitar el diálogo con el ELN.
Sin embargo, han pasado 15 años y para nosotros, como familiares de Jaime, han sido la denegación por parte del estado de la verdad y la justicia. Ha habido una negligencia absoluta que raya con la complicidad por parte de la justicia en avanzar con certeza y con efectividad en la investigación.
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