Cuando pienso en mi hermano en un momento tan difícil del país, como el que estamos viviendo, y con la sugerencia explícita de Yezid Corredor y Nadia Jiménez de crear la página web (deseo que desde siempre ha estado en mis sueños y hoy se hace realidad) uno se siente tentado a referirse a temas que, como el de la brevedad de la vida, el de la demencia de los violentos, o el de la Paz tan deseada y tan esquiva en medio de la hecatombe; están en las intenciones y en la mente de todos nosotros.
La parábola vital de Jaime Garzón, tiene como fundamento la inteligencia para mirar con severo ojo analítico, con profundo espíritu crítico la realidad del país y la vida de sus gentes, la habilidad para decir aquello que todos quisiéramos decir pero no podemos, o no queremos. En últimas, pone en evidencia un hombre que se comprometió hasta la locura para decir la verdad y utilizó el humor para presentarla con suficiente audacia. Él nos obliga a atender la realidad, a invitar a reflexionar en profundidad y a todos los niveles sobre las responsabilidades de la vida en comunidad que debemos asumir no sólo las autoridades y los medios de comunicación, los educadores y los educandos, los padres y las madres de familia, los hijos y los hermanos, sino también la totalidad de los ciudadanos corrientes, para buscar como lo querían los griegos, las reglas y la consciencia viva de las normas que deben regir la convivencia, para que la vida, de un lado, sea grata, amable, segura y digna y la patria, de otro, un medio creador y recreador para todos.
Y las apuestas de Jaime Garzón encaminadas a la construcción del país, una edificación serena que esté orientada por la consciencia de los valores que ordenan la vida y la convivencia humana, en un territorio y en un momento preciso; construcción que necesita la consciencia y la cultura de los cambios históricos, de los valores más relevantes en cada tiempo y en cada sociedad, para que fundada en ellos busque la estabilidad de las normas, factor que le da sentido y concreción a la acción educadora, cuyo objeto sea una unión viva y dinámica de las conciencias, de los espíritus, de las acciones en comunión de ideales, de formas sociales y culturales que surjan y puedan desarrollarse a pesar de las interrupciones y variaciones que la naturaleza humana le impone a sus esfuerzos, por obra y mérito de una vocación humanista y a la cual no podemos, ni debemos renunciar, también por lo más propio y profundo de la naturaleza humana, que lo lleva a trascender, a pesar de las debilidades de la carne y de las tentaciones del egoísmo.
Una construcción colectiva que cimente su propio sentido y dé significación a la función educativa, que nos permita proponer y realizar un ideal de cultura, que funde civilización, progreso, bienestar y tradición, todo sin falsificación histórica. Una construcción pedagógica del país que se practique y no, simple y pasivamente, se enseñe o se reciba, que sea, de manera dinámica, moralidad externa y reglas de prudencia para la vida, transmisión de saberes teóricos y prácticos, de sabiduría culta y popular, una conducta recta y limpia con todos y consigo mismo.
Una construcción del país que comprenda al hombre como un ser único, total y abierto al mundo, a los demás hombres y a posibilidades inéditas que lo trascienden en el tiempo y en el espacio, en un conjunto de relaciones e interacciones en las que se materializa sus aspiraciones en la dinámica social, mediante un proceso en el cual humaniza su mundo y construye la historia.
Una construcción del país que al tomar al hombre como ser reflexivo y agente activo de su propia construcción, lo lleve a cuestionarse sobre lo que hace, tomar conciencia de sus actos, juzgarlos, valorarlos, orientarlos, tomar decisiones, realizar opciones y responsabilizarse de sus actos, de su vida y de su historia. Una construcción del país desde una pedagogía que ofrezca la imagen del hombre tal y como debiera ser, para la estructuración de la personalidad nacional, la del colombiano que conoce sus deberes y los cumple, que entiende sus derechos y los defiende como un deber hacia sí mismo y hacia los otros, como la fórmula que funda el equilibrio en la relación de todos y en la vida de la sociedad.
Hoy desde www.jaimegarzonforero.org nos sumamos y nos comprometemos a buscar con nuestro pueblo y con sus gentes, el sentido de las tareas comunes y de los esfuerzos solidarios, que nos garanticen la posibilidad de crear, de soñar, de pensar y de decir una realidad nuestra, unos sueños propios y un futuro alentador para nuestra Colombia, cada vez más herida, dividida y masacrada. Aun así, en medio de las dificultades, mantenemos la frente en alto para defender nuestro derecho a un futuro en Paz, con el compromiso responsable y solidario de construir la Colombia que Jaime soñó, desde cada uno de los espacios donde nuestra vida se desenvuelve y realiza para la construcción de nuestro país.
Copyright © 2024 Jaime Garzón Forero - Todos los derechos reservados.
Con tecnología de GoDaddy
Usamos cookies para analizar el tráfico del sitio web y optimizar tu experiencia en el sitio. Al aceptar nuestro uso de cookies, tus datos se agruparán con los datos de todos los demás usuarios.